La estética gustatoria es una rama de la estética aplicada a los fenómenos del gusto en sentido literal. Esta suerte de estética no había podido desarrollarse porque el gusto, junto al olfato y el tacto, fue considerado por la tradición occidental un sentido inferior. La revolución culinaria a la que hemos asistido desde los años noventa ha eliminado, al menos en parte, los prejuicios de la filosofía hacia la comida, el comer y el cocinar, que han alcanzado suficiente dignidad para que la reflexión crítica se ocupe de los fenómenos gustatorios.
Los autores proponen una concepción filosófica cognitivista, pues consideran que pensar con el paladar es un modo de conocer. La posición filosófica defendida intenta encajar piezas centrales de las recientes ciencias cognitivas con la teoría crítica en el sentido más amplio, así como con el enactivismo y sus derivaciones performativas. Además, consideran que la cultura gastronómica contemporánea tiene una función de crítica social y cultural que la acerca al arte por su capacidad creativa de generar espacios de diferencia y autonomía, y que la estética gustatoria incluye al tiempo una ética y una política de la emancipación. El mundo de la cocina ha pasado, en las sociedades sin hambre, del reino de la necesidad al reino de la libertad.